Para Emilia, estar al servicio de los pobres se transforma en lo más importante en su vida. Esto hasta tal punto que a los 42 años de edad, esta caritativa viuda, todavía laica, hace el voto de nunca más contraer matrimonio y de seguir al servicio de los pobres (o de dedicarse a los pobres), en la medida de sus capacidades, hasta la muerte.
El año siguiente, en 1843, nace la Comunidad de las Hermanas de la Providencia. Emilia responde al llamado de Dios. Para el gran beneficio de los pobres, la Comunidad empieza a crecer. Desde entonces, más de 6000 mujeres se han comprometido para seguir la misión de caridad compasiva de Emilia.